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miércoles, 25 de marzo de 2009

PAPALOTE


La arena caliente quema sus pies descalzos, blanca como una alfombra de talco que a cada brinco que da salta hasta sus rodillas en alegre golpeteo. Agita sus manos al cielo y jala la cuerda que lo conecta con el dragón de mil colores que brilla al sol.

Ahora el viento arrecia y se confía dejando que la cuerda se deslice entre sus dedos lo que hace que se eleve el dragón de cola larga, ahora el viento amaina y va en picada haciendo que corra y salte y de cuando en cuando lanza gritos como si de eso dependiera que el dragón multicolor continúe en el aire por más tiempo.

El viento tibio roza su cara y vuelve a tirar de la cuerda, busca elevar más el dragón y suelta poco a poco el hilo de cáñamo, corre de espaldas y de pronto sus pies encuentran obstáculo haciendo que vaya a parar, cuan largo es al piso.

Aquel majestuoso dragón multicolor queda por un momento en el desamparo y empieza a caer sin control, ya no sopla mas el viento y las nubes cubren el sol. A lo lejos solo se puede ver al dragón hundiéndose poco a poco en el turquesa intenso del mar.

Con dificultad se levanta sacudiendo la arena de su cuerpo, no es lo mismo los 12 que 40 más. Recompuesto un tanto su orgullo se lanza al rescate del dragón del fondo de las aguas pero el mar se ha vuelto frío bajo sus pies.

- Es difícil caminar en el agua … quizás en otra ocasión.

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