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viernes, 20 de marzo de 2009

MENSAJES CULPÍGENOS EN LA RED

Los mensaje con historias o frases para “crear conciencia” que plagan la red son como los mendigos, los pedigüeños, u otras instituciones de ayuda social que tratan de crear culpa en las personas, no por lo que piden sino por las consecuencias de no hacer o dar lo que piden.
Siempre hay una amenaza entre líneas, si no haces esto o aquello, te estarás convirtiendo en cómplice de aquello por lo que están pidiendo.
Los correos con historias o cuentos sobre el hambre, marginados, mujeres o niños golpeados, gente muriendo de hambre en otros continentes, contaminación, problemas ecológicos, etc., en si, no son el problema que analizo, sino las amenazas de quién idea dicha presentación, para que sea reenviada a todos sus contactos, apelando a la buena conciencia de quien lo hace y si no es así entonces deberá sentirse incómoda, por decir lo menos, hasta culpable de no formar parte de esa magnífica cadena de seres humanos “conscientes” que “apoyan” la causa. Como si el hecho de reenviar algo mágicamente te convierte en mejor persona, cuando lo único que se está haciendo es el juego a quién sabe quién, para quién sabe que intereses.
Lo interesante de todo esto es que han ido evolucionando a lo largo del tiempo de vida de la Internet. En tiempos en donde no existía la Internet o las computadoras, recibías en tu casa a través del correo tradicional las dichosas cadenas, con historias como la de que llevaba no se cuanto tiempo esa cadena dando la vuelta al mundo y no podías romperla porque podía caer sobre ti toda clase de maldiciones, y ahí te tenían como un tonto reescribiendo a máquina la historia y haciendo copias al carbón (porque por supuesto no había máquinas eléctricas y menos copiadoras para sacarle copia al escrito) para mandarlas por correo, llega la era de la computación y entonces estas pequeñas y tiernas historias son escritas en Word, sin imágenes, para pasar a las presentaciones en Power Point con imágenes y teniendo control de la misma la persona que la recibía, esto es, si quería que la página pasara tenía que dar “enter” y continuaba o si quería podía detener la misma y salir. Ahora te tienes que “chutar” la presentación hasta con música (por supuesto tierna y emotiva) y no hay forma de detenerla (porque así la programan) o de hacer que pase más rápido, porque a veces no hay tiempo de verla o es muy lenta (cosa que también debe de estar pensado así) y por supuesto que tienen que rematar con peticiones de reenvío a todos tus amigos y conocidos y algunos van más allá, te piden que se la reenvíes a quien te la envió para demostrarle lo agradecido o buen amigo que eres. ¿No está implícito en esto la consigna de que si no lo haces eres una mala persona, mal amigo o no estás contribuyendo a mejorar al planeta o la humanidad?
O lo más grave, amenazar directamente con años de mala suerte, accidentes o sabe Dios qué, por no hacer lo que te indica sabe Dios quién que por lo visto no tiene otra cosa que hacer mas que movilizar a la gente conectada en la red para sus fines; ¿cuáles? Solo ellos lo saben.
Por supuesto que esto conlleva la pérdida de tiempo en abrir y “disfrutar” de los mensajes y luego de “tomar un minuto” de tu tiempo en reenviar a tu lista de amigos y conocidos. Habría que investigar el tiempo real que toma abrir, leer y reenviar dichos mensajes, porque he de decir que muchos de ellos son bastante grandes que ocupan varios bytes de memoria lo que hace más lento el proceso.
Otro aspecto del problema que analizo es lo siguiente; es bien sabido que cuando el mensaje (o imagen) es repetido muchas veces acaba por dejar de ser percibido y pasa a ser como algo normal en la vida. Se desensibiliza la persona y ya no es importante el hecho o situación.
Por ejemplo si las imágenes son de agresión, como lo que ocurre en la televisión con programas violentos, acaban por ser tan familiares que deja de ser percibido como violenta una situación similar que se vuelva a ver, y ya no impacta. De ahí que los productores de los programas, escritores, directores y por supuesto, los mercadólogos, vayan aumentando el nivel de violencia, sexo, temas retorcidos, y sorpresas dentro de la trama de las historias, porque se va desensibilizando al espectador.
Lo que sucede con los mensajes en los correos electrónicos cuyo contenido tiene el objetivo de sensibilizar al que lo recibe respecto a un problema, que insisto siempre es respecto a violencia, abuso, o mal trato a mujeres o niños, enfermedades o muerte inminente de seres queridos o problemas ecológicos, es que a fuerza de insistir en historias sensibles y tristes, acaban por dejar de ser interesantes o lo peor, ya no sensibilizan a la gente sobre el problema, sino que por el contrario, fastidian y no cumplen obviamente su “objetivo”. A menos que ese sea el objetivo final; que las personas ya no se sientan involucradas con dichos temas y se vuelvan insensibles, cosa que el solo pensarlo se me pone la piel de “gallina” porque eso serían palabras mayores, pensar en un complot.
Regresando a la metáfora inicial, tanto han llorado los mendigos en la calle, pidiendo limosna con cara de tristeza, mirada suplicante, voz llorosa y diciendo lo mismo de siempre: “una limosna para mis hijos”, “estoy enfermo” o cualquier otro mensaje, y además que se multiplican en lugar de disminuir (los mendigos por supuesto), cosa que demuestra que su problema no se soluciona dándoles la moneda, cada vez menos la gente se detiene a darles una limosna.
La solución no está en dar, sino en enseñar. Y con los correos, ya no reenviar todo lo que nos llega, sólo aquello que verdaderamente vale la pena y a quienes de veras consideremos que les interesa.

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